Thursday, April 9, 2015

La Fuerza de una Promesa

"Y dirigiéndose a Simi, el rey le juró: ¡No morirás!"  2 Samuel 19:23 NVI

David había sufrido abuso verbal y físico de Simí. Ahora, restaurado como rey, David tenía la oportunidad de vengarse.

Simí había sido valiente cuando pensó que tenía la ventaja. No ahora. Con David de vuelta en el trono, Simí vino a postrarse a los pies de aquel al que había maldecido y arrojado piedras no mucho tiempo atrás. "—Ruego a mi señor el rey que no tome en cuenta mi delito ni recuerde el mal que hizo este servidor suyo...Le ruego a Su Majestad que olvide eso. Reconozco que he pecado, y por eso hoy, de toda la tribu de José, he sido el primero en salir a recibir a mi señor y rey" (2 Samuel 19:19). Hay que darle crédito al hombre; corrió un riesgo enorme al presentarse ante David cuando le han debido aconsejar que mejor considerara exiliarse en Egipto.

Yo hubiera saboreado el momento, tal vez hasta me hubiera regodeado. Los consejeros de David pensaron que su rey debía permitirles hacer lo que antes no les había permitido: regar la tierra con la sangre de Simí. Pero no David. Como había hecho antes, David reprochó a sus hombres, garantizó la amnistía, y sin tardanza perdonó a Simí.

En caso de que alguien fuese a pensar que sus palabras eran vanas, David selló la promesa con un juramento. No se podía retractar, o ser desobedecido. Tal vez David sospechaba que sus leales hombres de confianza pudieram estar buscando una razón para "accidentalmente" clavarle una espada a Simí, y después decir inocentamente: "Ups, se resbaló".

Dios sella Su promesa de perdonarnos con un juramento. Él no escribió un contrato y lo llevó, junto con nosotros, a una notaría. No hay letras pequeñas, ni cláusulas engañosas que puedan ser interpretadas de más de una manera. Él dice esto es así, y Su juramento está garantizado con Su sangre. Estamos cubiertos para siempre por la sombra de Su cruz.


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