Thursday, March 12, 2015

La Marcha Poderosa

www2.crcna.org (Google Images)
"Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad; así lo harán durante seis días ... el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimiento" —Josué 6:3, 5 NVI

Entre las protestas más famosas del siglo 20 estuvieron las marchas por los derechos civiles encabezadas por hombres como el Dr. Martin Luther King durante los años 60. Aquí en el libro de Josué, al entrar a la tierra prometida los hijos de Israel, encontramos la primera marcha registrada de la historia, la cual resultó, bastante literalmente, en un cambio político. No fue una protesta, no se hicieron reclamos, no se presentaron peticiones. A diferencia de sus sucesores, no se gritaron consignas, no se elevó ninguna voz. Las instrucciones de Dios fueron sencillas: caminen alrededor de la ciudad de Jericó en silencio una vez cada día por seis días. Al séptimo día, marchen alrededor sonando trompetas. Entonces, después de soplar prolongadamente las trompetas por una vez, griten, y los muros de la ciudad caerán.

De acuerdo a la estrategia militar, la clasificación fue una "F", o un fracaso contundente. Como marcha, le faltó cierto entusiasmo. Sin embargo, obtuvo los resultados deseados. Los muros cayeron e Israel ganó su primera victoria.

Fue sólo una de las marchas y "curiosas" órdenes que Dios le daría a Su pueblo. ¿Por qué Dios no hace las cosas de un modo "normal" o sea, ¿atacar la ciudad de la manera que un ejército regular lo hubiera hecho? El pueblo de Dios aprendió  desde un principio que, aunque ellos debían luchar para poseer la tierra, sería Dios el que haría posible para ellos ganarla. Hay quienes dicen que los muros de Jericó cayeron porque el constante pisoteo debilitó las paredes, y que el toque final de las trompetas y los gritos terminaron el trabajo. Pero yo sospecho que Israel hubiera podido marchar y gritar hasta que los habitantes de Jericó murieran de viejos y los muros aún no habrían caído, a menos que, y hasta que, Dios las hubiese tumbado. ¿No es grandioso estar personalmente relacionado con Dios de esa manera? Como los padres de niños jóvenes, Él nos permite sostener el volante mientras Él maneja.


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