Thursday, April 16, 2015

No Importa Que


"Tú, Señor, me has asignado mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!" —Salmo 16:5, 6 NVI

Por primera vez en mi vida, no tendré un hogar durante un año, mis pertenencias serán guardadas en un almacén mientras viajo por Canadá cumpliendo con mi responsibilidad con la misión. Los expertos dicen que las mujeres ansían seguridad, mientras que la necesidad más grande del hombre es ser importante. Mi seguridad humana gira alrededor de mi pedacito de mundo, detrás de mi puerta cerrada, rodeada de mis cuatro paredes. Esa "seguridad" me ha sido quitada. ¡No es bueno!

Leí este Salmo esta mañana con una inmensa sensación de inseguridad. Pero después le di un segundo vistazo a lo que el salmista realmente estaba diciendo.

"Señor, me has asignado mi porción y mi copa". Cuando Jesús iniciaba su camino hacia la cruz, pasó un tiempo en oración en el jardín de Getsemaní. Le pidió a Su Padre que, si era Su voluntad, permitiera que esa experiencia que estaba por llegar, pasara de largo. No era la voluntad del Padre. Así que aceptó la "amarga" copa que le había sido asignada. A veces, lo que el Señor pide de nosotros no es placentero: Tampoco lo fue para el Señor. Sin embargo Dios sólo asigna lo mejor de Él a cada uno de nosotros.

El salmista no nos deja regodearnos en la copa amarga de la vida. Él escribe, "...has afirmado mi suerte". Al parecer hay seguridad en medio de la inseguridad. Jesús tomó la más amarga de las copas con la seguridad de que Él estaba en las manos de Su Padre en todo momento. No hay nada más seguro que eso.

Con esa esperanza, David podía decir que la vida era placentera; que él se deleitaba en lo que recibía del Señor, fuese lo que fuese. Él sabía que aún en la inseguridad, él estaba seguro "...en ti busco refugio....fuera de ti, no poseo bien alguno...el Señor...con él a mi derecha, nada me hará caer...mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; mi cuerpo también descansará seguro" (Salmo 61:1-10).

Nuestra vida puede ser "guardada" en un almacén, nuestras puertas y cuatro paredes pueden ser retiradas, pero aún podemos estar seguros en la mano de quién ninguna circunstancia nos puede apartar.

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