Thursday, January 15, 2015

Los Últimos Peregrinos

library.uncg.edu (Google Images)
"Ya tengo ciento treinta años —respondió Jacob—, Mis años de andar peregrinando de un lado a otro han sido pocos y difíciles, pero no se comparan con los años de peregrinaje de mis antepasados" —Génesis 47:9, NVI.

La peregrinación es un viaje a tierras extranjeras. Sin embargo, la palabra también puede significar: "el paso de una vida por la tierra". El faraón le preguntó a Jacob por su edad (Génesis 47:8) y Jacob usó esa palabra, "peregrinando", en vez de decir simplemente: "tengo ciento treinta años de edad".

Desde el tiempo de su abuelo, Abraham, la familia de Jacob había vivido en tiendas, como nómadas; ocupando, pero nunca poseyendo, la tierra que Dios había prometido. Ellos siempre vivieron con una sensación de "transitoriedad".

Jacob estaba llegando al final de su vida. Él comprendió que la vida era un peregrinaje, un viaje que llegaría a un final, un final temporal.

La iglesia ha perdido ese sentimiento de "vivir en tiendas", de transitoriedad. Hemos plantado firmemente nuestras raíces en el aquí y ahora, y pensado poco en el más allá. Todo lo que se refiere a nosotros tiene una apariencia de permanencia, nuestras iglesias, nuestros hogares, nuestros trabajos, nuestros placeres, y nuestros planes.

Colosenses 3:1-4 nos dice: "Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba... Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios... Cristo, que es la vida de ustedes..."

"Vivir en tiendas", o vivir la vida aquí con la eternidad en mente, no es algo hecho en la marea menguante de nuestras vidas. Cuanto más tardemos en asumir esta actitud, más nos apegaremos al mundo a nuestro alrededor. Desde el momento en que recibimos a Cristo, este mundo ya no es nuestro hogar, y comenzamos nuestro peregrinaje hacia la eterniad. No es fácil "aferrarse ligeramente" a esta vida, pero cuanto más pongamos nuestras mentes y nuestros conazones en Cristo; en cosas celeestiales, menos valor le darmos a lo temporal y a lo pasajero.


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