Thursday, January 23, 2014

Cumpliendo Las Promesas

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"...mientras haya vida en mí y aliento divino en mi nariz, mis labios no pronunciarán maldad alguna, ni mi lengua proferirá mentiras" —Job 27:3, 4 NVI.

Job protesta: "Jamas podré admitir que ustedes tengan la razón; mientras viva, insistiré en mi integridad. Insistiré en mi inocencia; no cederé. Mientras viva, no me remorderá la conciencia" (Job 27:5, 6).

¡Ten cuidado, Job!

Las Escrituras nos enseñan: "Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto" (Mateo 5:48). Esta declaración aparece justo en medio de una larga discusión sobre temas como: ser la sal y la luz, cumplir la ley, el divorcio, amar a tus enemigos, orar, ser generosos y la confianza en Dios. ¿Específico? O sí. ¿Conciso? Son sólo nueve palabras. ¿Medible? Eso también. ¿Posible? No de este lado del cielo.

La dificultad de ser perfecto no significa que no ponemos nuestros ojos en ello, comprometemos nuestro corazón en ello, y dedicamos nuestras vidas a buscar serlo. Lo que también significa, es que debemos aceptar el hecho de que no hemos alcanzado aún la perfección.

Nuestro primer paso es hacer la promesa. El segundo es reconocer la dificultad de cumplir la promesa. El tercero es arrojarnos a los pies del Único capaz de cumplir la promesa.

Yo quiero, con todo mi corazón, ser capaz de hacer eco de las palabras de Job. El habla como si estuviese mirando una página en blanco en un cuaderno. Él habla desde el punto del perdón. Sin embargo, todo nuevo comienzo tiene que reconocer que había un pasado cuando el cuaderno estaba sucio, lleno de manchas, antes de que el perdón fuese buscado y dado. Un nuevo comienzo admite que la realidad de un aquí y ahora imperfecto significa más manchas en el cuaderno en el futuro y más perdón por pedir. Un nuevo comienzo sabe con certeza, que la meta de la perfección es también la meta de Dios y que en otra realidad, en la eternidad, el cuaderno permanecerá por siempre de un blanco inmaculado.


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