Thursday, January 24, 2013

Expectativas

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"A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago presente, pero tú apenas me miras" Job 30:20 NVI.

Job tenía expectativas. "Llegué a pensar: Moraré en mi propia casa; mis días serán incontables como la arena del mar. Mis raíces llegarán hasta las aguas; el rocío de la noche se quedará en mis ramas. Mi gloria mandendrá en mí su lozanía, y el arco en mi mano se mantendrá firme" (Job 29:18-20).

En vez de eso, Job en la profundidad de su desesperación, recordaba la alta estima de la cual había disfrutado, recordó los buenos tiempos, la prosperidad, el poder, y el placer. Él esperó, que en su hora de necesidad, aquellos que dependían de cada una de sus palabras, que se inclinaban cuando él pasaba, lo apoyarían y lo consolarían. Sus expectativas se estrellaron.

Él miró hacia Dios buscando una respuesta. Pero, Dios ni lo condenó ni lo aprobó. Él permaneció en silencio. Otra decepción, otra esperanza destrozada, otra expectativa que no se cumplió. Él pensó que Dios lo había abandonado: "¡Cómo añoro los meses que se han ido, los días en que Dios me cuidaba! Su lámpara alumbraba sobre mi cabeza, y por su luz podía andar entre tinieblas. ¡Qué días aquellos, cuando yo estaba en mi apogeo y Dios bendecía mi casa con su íntima amistad! Cuando aún estaba conmigo el Todopoderoso, y mis hijos me rodeaban; cuando ante mí corrían ríos de crema, y de las rocas fluían arroyos de aceite" (Job 29:2-6). Para Job, Dios parecía ausente.

Las expectativas son simplemente nuestros deseos impuestos a otros. Nuestros deseos tienden a ser egocéntricos, no toman en cuenta las necesidades de otros, o no aceptan una agenda que no responde a nuestras necesidades. No tomamos en cuenta las batallas que se libran en las cortes celestiales que nos trajeron a esta experiencia. No comprendemos los propósitos de Dios obrando en los oscuros rincones de nuestras vidas. Leemos mal las señales, mal interpretamos los mensajes, y después culpamos a Dios por lo que no entendemos. Esos lugares oscuros son terreno fértil para la fe, o para el fracaso. Es siempre nuestra elección decidir cómo enfrentaremos esa oscuridad, y en qué pondremos nuesatra confianza.

de Diseño Divino para la Vida Diaria, Lynda Schultz

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