Thursday, January 17, 2013

Las Palabras Correctas, El Hombre Equivocado

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"¡Dichoso es el hombre a quien Dios corrige! No menosprecies la disciplina del Todopoderoso. Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero trae alivio" — Job 5:17, 18 NVI.

Cuando Elifas dijo estas palabras a Job, él asumía, como dicen los abogados, "un hecho no comprobado". Él asumía que Job había hecho algo malo. De hecho, lo que le sucedió a Job fue un ejercicio en el crecimeinto espiritual surgiendo de una batalla en el cielo.

La experiencia de Job ilustra lo que sucede cada vez que enfrentamos la tentación. Satanás desafía a Dios a que nos pruebe en nuestro punto más débil, y Dios usa ese desafío para nuestro beneficio. Sólo cuando fallamos, y nos rendimos a la tentación, Dios tiene que corregirnos para que no fallamos la prueba a la siguiente vez. Lo que Elifaz dijo era verdad; pero se lo dijo a la persona equivocada.

¿Cuántas veces asumimos, que una dificultad que llega a la vida de alguien es porque ha pecado? Acusamos basados en "hechos no comprobados".

Satanás perdió la apuesta con Dios, Job no acusó a Dios de maldad cuando le fue quitado todo lo que tenía. En eso, él era inocente. Pero los tres "amigos" de Job lo incitaron a "exigir su día en la corte". Elifas dijo: "…Si se tratara de mí, yo apelaría a Dios; ante él expondría mi caso" (Job 5:8). Bildad diría más tarde: "…Pero si tú vuelvas la mirada a Dios, se le pides perdón al Todopoderoso" (Job 8:5). En vez de consolar a Job, los tres lo animaba a actuar como si estuviera siendo castigado, no probabdo. Ellos minaron severamente la confianza  de Job en Dios, asumiendo lo que no era verdad.

Cuando acusamos sin tener el conocimiento cierto, terminamos creando más problemas que los que resolvemos. Para Job hubiese sido mejor si su amigos hubiesen continuado haciendo lo que hicieron durante los primeros días de su visita: "…Se echaron a llorar a voz en cuello...rasgándose las vestiduras y arrojándose polvo y ceniza sobre la cabeza...se sentaron en el suelo para hacerlo compañía...Ninguno de ellos se atrevía a decirle nada, pues veían cuán grande era su sufrimiento" (Job 2:12, 13).


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