Thursday, January 3, 2013

Encerrado

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"Luego el Señor cerró la puerta del arca" Génesis 7:16b NVI.

Hay un mundo de seguridad en estas maravillosas palabras: "Luego el Señor lo encerró". Dios personalmente encerró a Noé y a su familia. La gente que ridiculizó a Noé por construir un barco donde no había agua ya no reía. Ellos estaban afuera y estaba comenzando a llover. Aquellos que lo había perseguido por predicar sobre el juicio de Dios que estaba por llegar debido a sus pecados comenzaban a sentir cómo la tierra mojada resbalaba y se delizaba bajo sus pies.

"...el Señor lo encerró". A salvo. Seguro. Chapoteo. En nunguna parte aparece que los animales o los humanos en el arca cesaron todas las necesidades que tienen los animales y los humanos. Aún tenían que comer, tomar, y realizar sus funciones corporales. Me pregunto si Noé alguna vez deseó que el Señor no lo hubiera encerrado. ¿Quién alimentó a los animales? ¿Quién cambió la paja? ¿Quién recogió el abono? Por otra parte, al no tener capacidad para nadar un maratón, Noé no tenía otras opciones. Sin embargo, durante ese año de encierro seguro hubo momentos en los que Noé se debe haber preguntado "¿Por qué yo, Señor?".

Ser "encerrado" por Dios tiene un tono que suena maravilloso, altamente espiritual. Quién no ha anhelado ese tiempo perfecto y silencioso "encerrado" con Dios. Pero, aún un tiempo tan íntimo puede volverse doloroso y molesto. Cuando Dios habla en esos momentos en los que estamos a solas con Él, con frecuencia es más para corregir las áreas en que hemos fallado que para darnos una palmdita de felicitación en la espalda.

Cuando Dios nos encierra en una circunstancia en particular, no importa qué tan complicado, temible o agotador llegue a ser el viaje, podemos descansar en el conocimiento de que nuestra arca no se inundará, no apestará o crujirá, slavo para darle gloria a Él y para beneficiarnos.

Hubo desafíos que enfrentar en el mundo acuático flotante de Noé, pero habiendo hecho "todo lo que Dios le ordenó" (7:5), habiendo sido cerrada la puerta tras él nada menos que por Dios mismo, Noé no pudo hacer otra cosa que tener la confianza de que este viaje, inusual e imposible, terminaría bien.

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