Wednesday, October 18, 2017

Reconocer y Conocer

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"Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó —¡Señor, sálvame!" Mateo 14:30 NVI

El temor es un enemigo poderoso: consume la energía, bloquea la razón, y pisotea la fe. El temor provoca un corto circuito en la paz, enceguece nuestros ojos, y nubla nuestra visión.

¿La lección? Mantén siempre tus ojos en el Señor y no en las circunstancias. Cuando haces esto, las circunstancias no te abruman. Es un mensaje poderoso.

Pero, hay algo más aquí. Jesús vino caminando sobre el agua. Al principio, los discípulos no reconocieron quién era Él. Estar en el lago en medio de una de estas tormentas traicioneras de Galilea encendió sus temores. Ver un "fantasma" caminando sobre el agua hacia ellos sólo aumentó sus temores. Aunque Pedro reconoció al Señor y salió del bote (¡bravo por Pedro!), sintió un medio sobrecogedor.

El problema no era simplemente apartar los ojos del Señor y fijarlos en sus circunstancias, se trataba de lo que Pedro y sus compañeros SABÍAN sobre su Señor.

Reconocían quien era Jesús, pero no lo conocían lo suficientemente bien para enfrentar el temor con fe. Había sido el Señor el que los envió a navegar en el lago. Él no sólo sabía que venía la tormenta sino que, como Señor de las tormentas, Él la mandó. Ellos no conocían a Jesús lo suficiente para decir igual que Sadrac, Mesac y Abednego: "sabemos que Dios puede rescatarnos, pero si Él decide que no; ¡está bien!". Ellos no conocían a Jesús lo suficientemente bien para no tener miedo de las sombras o los vientos. Ellos lo reconocían, pero no lo conocían lo suficientemente bien para no sentir temor.

Esa experiencia es tan familiar para todos nosotros. Reconocemos a Jesús por lo que Él es, tal como reconocemos a una persona famosa. Pero conocer es mucho más que simplemente reconocer. Conocer no es solamente decir que hay que confiar en Él. Conocerlo realmente es enfrentar lo que venga sin temor, creyendo que Dios jamás permitirá más de lo que nos puede ayudar a manejar en nuestras vidas, creyendo que Él siempre trabajará para Su gloria, lo cual debe ser nuestro mayor deseo, y para nuestro máximo bien, lo cual es nuestra bendición. 

Tuesday, October 3, 2017

Navidad Hoy

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Siempre me he preguntado cómo fue que terminamos celebrando la Navidad intercambiando regalos entre nosotros. Es el cumpleaños de Jesús y es Él el que debe recibir los presentes. Sin embargo, podemos hacer el buen caso defendiendo el intercambio de regalos de la celebración de la fiesta de Purim  como lo tenemos registrado en el libro de Ester (9:19, 22).

El pueblo judío había sido rescatado de sus enemigos y se le había dado el derecho de defenderse contra la destrucción. Disfrutaba de nuevos privilegios porque dos de los suyos, Ester y Mardoqueo, ahora eran las personas más poderosas en la nación y podían protegerlos de cualquiera que quisiera hacerles daño. Esta es la razón para la celebración.

¿Se puede ver aquí un paralelo?

Cuando Cristo murió por nuestros pecados, tomó precauciones para que fuéramos rescatados de esos pecados, y sus consecuencias, y de las intenciones de Satanás para nuestras vidas. Por la sangre de Cristo, y su poder aplicado a nuestras vidas, podemos defendernos de nuestros enemigos. Cristo mismo garantiza nuestro perdón, salvación y santificación. Él, como nuestro Rey y Señor de todo, va ante Dios y nos declara bajo Su proteción, bajo la sangre. Dios nos mira favorablemente, porque Cristo tomó esa precaución por nosotros. Somos libres. Esa es una razón para celebrar.

La Navidad celebra el comienzo histórico de ese proceso que llevó a Cristo a la cruz por nosotros. Cuando celebramos la libertad y los provilegios ganados para nosotros en el Calvario no hay ninguna diferencia. De hecho, cada día debe ser un día para celebrar la cruz y todo lo que Cristo ganó alli para nosotros. Cada día debe ser un día Navideño de generosidad y alegría debido a Él y el maravilloso regalo que Él nos ha dado—el perdón.