Thursday, June 11, 2015

Adorar Sin Valor

"Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificios de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal. No te apresures, ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palabra alguna; él está en el cielo y tú estás en la tierra. Mide, pues, tus palabras" —Eclesiastes 5:1, 2 NVI

Díganme anticuada, pero hay partes, creo, de la adoración corporativa de Dios que transciende en el tiempo, y permanece inalterable, no importa cuál sea la moda en la "culturización" del momento.

Tenemos que entender lo que Salomón quiere decir con "sacrifico de necios". Dada la discusión que sigue en este pasaje, pienso que es seguro decir, que adorar equivocadamente es el sacrificio de los necios. Cantar, decir, o expresar de otra manera algo que no hemos pensado bien, o no hemos sentido de corazón y simplemente estamos vocalizando a medida que seguimos los movimientos, no es adoración.

Lo que me impacta es cómo Dios mira lo que sale de mi boca. Lo llama "sacrifico de necios" y eso me humilla. Mejor no cantar si no siento lo que estoy cantando, o si no puedo dedicarlo a Dios. Mejor no cantar si mi cantar es para impresionarme a mí misma, o a otros. Mejor no orar si lo hago en beneficio de todos los demás, excepto del Señor. Mejor no hablar si hablo por cualquier otra razón que la de traer gloria a Dios.

También están las conversaciones que tengo con otros en la casa de Dios (o en cualquier parte si es el caso), esos llamados "momentos de comunión", los cuales con frecuencia degeneran en sesiones de cisme o charlas sin sentido.

Dios está en todas partes, así que debemos tener cuidado todo el tiempo de cómo hablamos. Particularmente cuando entramos en la adoración corporativa debemos tener cuidado de examinar nuestras actitudes y acciones o puede que estemos ofreciendo el "sacrificio de necios" con nuestras palabras. 

 

Thursday, June 4, 2015

Creyentes Con Fachadas Falsas

"Vale más un Don Nadie con criado que un Don Alguien sin pan" —Proverbios 12:9 NVI

Durante once años viví en un complejo de apartamentos con abundancia de áreas verdes y comodidades. La administración se esforzaba con ahínco para mantener el exterior hermoso, manteniendo la ilusión de que el complejo estaba bien cuidado.

Lo que estaba a la vista no era lo que uno encontraba una vez adentro. Los ascensores se dañaban con frecuencia, el cableado eléctrico no estaba al nivel de las necesidades (si se encendían demasiadas luces, ¡ocurrían apagones!), las bombas de agua fallaban con frecuencia, y las tuberías internas se reventaban a cada momento, dejando burbujas y daños por el agua en los lugares menos esperados. En la superficie las cosas se veían excelentes, por debajo eran graves.

Esa tendencia a enfatizar lo exterior a expensas de lo interior es común, aún en los círculos cristianos. Pretender ser algo, o alguien que no somos, es peligroso. En algún momento seremos descubiertos. Primero viene la burbuja, y luego la filtración, y entonces toda la inundación de la verdad será revelada.

Dios odia la hipocresía. La Biblia no esconde el pecado, la debilidad, las culpas o los errores. Es brutalmente verdadera. La verdad es algo bueno; nos deja abiertos a ser ministrados por otros.

He descubierto, que las personas están dispuestos a ministrarme, animarme, cuando les he permitido ver a mi "verdadero" yo, la yo lastimada. Fue bálsamo para mi alma; algo que no hubiera recibido si no hubiera estado consciente de lo que estaba sucediendo en mi vida.

Aparentar no es el estilo de Dios. Para que la familia de Dios prospere como debe, debemos practicar la sinceridad y la honestidad si vamos a ministrarnos unos a otros efectivamente. Es mucho más fácil ministrar a una "burbuja" que esperar a que el sótano esté completamente inundado y el daño ya esté hecho.