Thursday, July 31, 2014

Segundas Oportunidades

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"Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, protector de los que en él confían. Pero destruirá a Nínive con una inundación arrasadora; ¡aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos!" —Nahúm 1:7, 8 NVI

¿Recuerdas a Jonás? Ciento cincuenta años después de que Jonás predicó a regañadientes en Nínive y toda la ciudad se arrepintió, un segunda profeta regresó allá con otro mensaje de Dios.

Tal vez en ninguna parte de las Escrituras está ilustrado con mayor claridad el reino de Dios sobre las naciones paganas que en Sus enfrentamientos con Nínive.

Los asirios eran adoradores de ídolos, el terror de su mundo, famosos por su crueldad en la guerra. Dios los usó como instrumentos de castigo cuando fueron necesarias medidas drásticas para curar a Su pueblo de sus hábitos rebeldes. En el cumplimiento de su función y al ser expuestos a Su pueblo, los asirios conocieron a Dios. Esa fue la primera oportunidad que tuvieron de aceptar al Todopoderoso. Israel estaba por ser testigo para las naciones a las cuales estaba sometida.

Él les dio a los asirios, la gente de Nínive, la oportunidad de arrepentirse, de apartarse de los ídolos y de la maldad, y de compartir la riqueza  de la bendición que Él reservaba para Su pueblo elegido. Cuando Jonás llegó, muy a su disgusto. el pueblo de Nínive aceptó ansiosamente la oferta. Aceptaron su segunda oportunidad.

Durante los ciento concuenta años después de Jonás, los asirios retornaron a sus viejos hábitos. Sin embargo, esta vez, no hubo una tercera oportunidad. Nahúm llegó a la capital de Asiria a pronunciar el juicio. Pero aún en medio del mensaje de perdición, hubo un rayo de esperanza para la gente. "El Señor es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían". No es necesario "hundirse con el barco" o perecer con la cuidad y la sociedad. Mientras haya aliento, aún  hay una oportunidad, una puerta abierta para aquellos que quieran cruzarla.


Thursday, July 24, 2014

¿Quién Podía Haber Sabido?

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"Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo: fue despreciado, y no lo estimamos" (Isaías 53:2, 3 NVI)

¿Qué clase de persona escogemos como modelo a seguir para nuestras vidas? ¿Una figura deportiva? ¿Una estrella de cine? ¿Un empresario? ¿Quién tiene lo que desearíamos tener, pero no tenemos?

De la descripción dada por Isaías en estos versículos, Cristo no era una de esas figuras que sería escogida por la mayoría de las personas como su modelo a seguir. A primera vista, nadie podía adivinar quién Él era, o lo que era. Nadie escogería Su estilo de vida. Nadie escogería la forma como Él salió de esta vida. Para más, Él era carpintero pobre convertido en maestro, físciamente poco atractivo y en creciente enemistad con la sociedad a Su alrededor. Nunca fue considerado "gente bella". Viajó poco, y normalmente a pie. Nunca adquirió riquezas, aunque ganó algo de fama, la suficiente para que lo llevara a la cruz. Guió sólo a unos pocos y esos seguidores no eran como para poder presumirlos.

Por naturaleza aspiramos mucho más alto que ser como era Cristo. Sin embargo, Dios nos llama a mirar más allá de los modelos y líderes a nuestro alrededor, y encontrar lo que realmente cuenta, lo que está detrás de la fachada, lo que hay en las profundidades, el corazón y el alma. Dios busca ver si podemos reconocer la grandeza en lo que el mundo rechaza.

¿Vemos grandeza en el pordiosero en la calle, el delincuente llevado esposado, la criada, o el hijo del portero? En sí mismos no hay gradeza, no más de la que tenemos nosotros. Pero todos ellos llevan la imagen de Dios, están todos incluidos entre los transgresores por quienes Cristo murió, entre quienes Él fue contado.

No habríamos escogido a Cristo. Pero Él nos escogió. No habría sido nuestro modelo de vida. Pero Él escogió ser uno de nosotros. No habríamos muerto en la cruz por nadie. Pero Él lo hizo. No habríamos reconocido grandeza en Él. Pero Él vio la posibilidades en nosotros. Él es Aquel a quién debemos seguir.

Thursday, July 17, 2014

Preciosa Promesa

El Peñol, Colombia (Google Images)
Es difícil leer algunas partes del Antiguo Testamento sin deprimirse, especialmente cuando se nos suministran todos los gloriosos detalles, ¡en vivo y a color! La visión de un mundo girando en una espiral fuera de control hacia la destrucción es vivida. Entonces, de repente, en medio de toda esa oscuridad vienen versículos como estos:

"...así también el Señor Todopoderoso descenderá para combatir sobre el monte Sión, sobre su cumbre...la protegerá y la librará, la defenderá y la rescatará...La justicia morará en el desierto,y en el campo fértil habitará la rectitud...Aunque el granizo arrase con el bosque y la cuidad sea completamente allanada...Exaltado es el Señor porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud. Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvacíon, sabiduría y conocimiento; el temor del Señor será tu tesoro...Ese tal morará en las alturas; tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan, y no faltará el agua...Ningún habitante dirá: 'Estoy enfermo'; y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita". (Isaías 31:4, 5; 32:16, 19-20; 33:5, 6, 16, 24)

El pueblo de Dios continuará mientras el mundo gira en espiral hacia su destrucción. El pueblo de Dios vive con la callada confianza de que el Dios Todopoderoso protegerá y proveerá: que la máxima bendición de restauración eterna jamás podrá ser arrancada, robada, destruida o mutilada. El Reino de Cristo, Su exaltación, y nuestra redención, están serguros.

En un mundo donde reina la inseguridad, es un enorme consuelo para el creyente tener a Dios como su fortaleza. Donde hay poca paz, es consolador estar en convivencia con el Espíritu de paz. En un mar de maldad, el creyente se convierte en una isla de justicia y rectitud donde otros pueden encontrar un puerto seguro.

Las promesas de Dios, que se encuentran en Isaías, resaltan en las páginas, porque son diamantes raros salidos de la tierra negra de la reciminación. Dios siempre penetra, abre el agujero de nuestra desesperación y deja entrar la luz. Él baja la escalera hasta nuestro foso y nos invita a reunirnos con Él en la superficie celestial. Allí siempre hay esperanza.


Thursday, July 10, 2014

Las Tres Hermanas

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"¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!" —Isaías 12:2

Hay un viejo proverbio que nos recuerda que podemos escoger nuestros amigos pero no podemos escoger nuestra familia. Hay personas que desearían el poder ir a una tienda y devolver a sus padres o a los hermanos que recibieron al comenzar su viaje de vida. Algunos de nosotros fuimos bendecidos con familias sin complicaciones; otros no.

En el álbum de recortes de la familia de Dios hay tres hermanas que le traen regocijo a cualquier familia, y nos son presentadas en este versículo de Isaías.

La primera hermana se llama "Salvación". Es llena de gracia y perdón; nunca guarda rencor y nunca recuerda errores pasados. Es nuestra protectora; como una hermana mayor defiende a sus hermanitos y hermanitas cuando un guapetón llega al vecindario. Ella garantiza que siempre habrá un sitio en la mesa para nosotros cuando la campana de la comida haya llamado.

La segunda hermana se llama "Fortaleza". Ella es la "fortaleza muscular" de nuestras vidas. La fortaleza nos enseña a mantenernos firmes no importa lo que se presente en nuestro camino; a ser valientes frente a cualquier enemigo o dificultad. Nos ayuda a soportar las cargas de otros que son más débiles y necesitan ayuda. Ella nos mantiene fieles a nuestra familia y a nuestro Padre.

La tercera hermana se llama "Canción". Es la hermana divertida que canta y baila y disfruta la vida a manos llenas. Siempre tiene  una palabra alegre y un rostro sonriente. Su alegría es contagiosa. Aún en las horas más oscuras de la vida, ella nos acompaña y eleva su voz en dulce lamento; convirtiendo gradualmente todas las notas tristes en sonidos alegres.

Estas tres hermanas son miembros vitales de tu familia, y de la mía. A veces las excluimos de nuestras fiestas y de nuestros funerales. No las invitamos a vivir sus vidas con nosotros. Es pérdida nuestra.

Para buena medida, Isaías  nos recuerda que la fuerza y la canción son más jóvenes que la salvación, y para disfrutar la presencia de las dos menores, la hermana mayor debe estar primero persente en nuestras vidas.



Thursday, July 3, 2014

Sólo Di Que Sí

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"!Vengan, volvámos al Señor! El nos ha despedazado, pero nos sanará; nos ha herido, pero nos vendará. Después de dos días nos dará vida; al tercer día nos levantará, y así viviremos en su presencia. Conozcamos al Señor; vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, él habrá de maniferstarse; vendrá a nosotros como la lluvia de invierno, como la lluvia de primavera que riega la tierra" —Oseas 6:1-3 NVI

En el mundo del ejercicio, la frase "sin dolor no hay recompensa" tiene sentido. Antes de que la pesa nos diga si el esfuerzo está dando algún resultado, la única manera como sabemos que algo positivo está sucediendo como resultado de todo ese torcerse, girar, doblarse y estirarse, es lo mucho que nos duele. Cuado empieza a doler estamos tentados a renunciar. Si renunciamos no hay recompensa.

Oseas reconoce que el pueblo de Dios está sufriendo. Sin embargo, la presencia del dolor es algo bueno: Prueba que Dios se preocupa lo suficiente para seguir insistiendo, para seguir disciplinando. A diferencia del ejercicio físico, la mejor manera de beneficiarse del dolor espiritual es dejar de hacer lo que sea que esté causando ese dolor. Las máquinas para hacer ejercicio se ajustan a la fuerza de la persona que ejercita.

Es necesaria una cierta cantidad de resistencia cuando alguien ejercita. A medida que la persona adquiere fuerza, se le añade más resistencia a la respusta de la máquina. Sólo un necio trata de presionar contra algo que no se mueve. Resistir contra algo inmovible, no resulta en la avería de la "maquinaris", sino en la avería de la persona que resiste.

Oseas invita a Israel a dejar de presionar contra Dios. Él nos llama a reconocer a Dios; a decir "¡sí, hemos hecho mal, Tú tienes razón!" Así como Dios los ha quebrantado, o ellos se han quebrantado a sí mismos presionando algo (o alguien) inmovible, Dios sanará lo que se ha roto; Él perdonará, Él restaurará, Él dará una nueva vida.

Así como la lluvia de primavera suaviza la tierra y le da vida a la semilla enterrada bajo su superficie, así Dios traerá nueva vida a aquel que deje de luchar contra Él, que lo busque, y le permita traer la recompensa sin todo ese dolor.