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Josafat, rey de Judá, reconocía el valor cuando lo veía. También sabía lo fácil que era inclinarse ante la presión, ceder y darse por vencido. Cuando designaba jueces para tomar decisiones que afectarían las vidas de su pueblo, el rey les encomendaba hacer lo correcto, sin importar la presión que hubiera para que actuaran de otra manera.
Desafortunadamente era un caso de: "Haz lo que diga, no lo que haga",
Al comienzo de su reinado, Josafat tuvo cuidado de no alinearse con Israel (2 Crónicas 17:1) gobernado en ese momento por el rey Acab, que no era un seguidor de Dios. Eventualmente, Josafat comenzó a hundirse: se casó con una de las parientes de Acab (2 Crónicas 18:1). Esto lo obligó a apoyar a su recién adquirida familia, y terminó haciendo una alianza militar con Acab.
Él trató de mantener sus principios devotos aún cuando estaba aliado con un rey impío, pero no era fácil. Fue testigo de la valentía del profeta de Dios Micaías, que se atrevió a contar la verdad cuando todos los así llamados profetas sólo decían lo que Acab deseaba escuchar. El valor de Micaías de ser negativo cuando ser positivo era lo más popular y seguro, hizo comprender a Josafat, que la verdad, sin importar lo dura de decir, o de escuchar, que fuera, era el mejor y único curso de acción.
El rey de Judá, ahora más triste y más sabio debido a su casi fatal alianza con Acab, instruyó a los jueces designados por él, a no ceder a ninguna clase de presión y a no hacer otra coso que no fuera lo correcto.
Pecado, ese tan impopular "P", es una palabra negativa en un mundo positivo. Los consejeros de Acab no la usaban y urgieron a Micaías a tampoco hacerlo. Podría herir la psiquis de los dos reyes al querer saber si debían seguir adelante con sus planes.
La duda persiste: ¿qué es peor; una psiquis herida o morir por una flecha hundida en el pecho? Ye sé lo que yo escogería.
Nota importante: El valor de decir la verdad puede salvar una vida.
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