Thursday, August 1, 2013

El Hombre Que No Debió Existir

Google Images
"Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provcando así su ira" 2 Reyes 21:6b NVI.

Dios respondió a una oración que tuvo consecuencias mucho más allá de lo que el solicitante pudo haber imaginado.

Ezequías estaba muriendo. Él no quería reunirse todavía con sus antepasados, así que le pidió a Dios quince años más de vida. Dios, que conoce el final de todo lo que comienza, le concedió el deseo. Durante esos quince años, Ezequías tuvo un hijo, un varón llamado Manasés. Después de la muerte de Ezequías, Manasés se convirtió en rey de Judá y gobernó por cincuenta y cinco años, tiempo durante el cual llevó a su pueblo al pecado, haciendo caer sobre sus cabezas el seguro castigo de Dios. Cincuenta y cinco años de maldad por el precio de quince años mediocres.

Ezequías había sido un hombre de Dios. Si él hubiera sabido lo que esos quince años iban a costar, tal vez su oración hubiera sido diferente. Nos asombramos del repentino egoísmo del rey y de cómo negoció basado en su propia "rectitud" para conseguir lo que quería.

Las Escrituras no dicen por qué Dios le concedió ese deseo sabiendo que la decisión del rey conduciría al desastre. La lección que aprendemos de esto es, que hay que tener cuidado con nuestra forma de orar; qué tanto insistir para conseguir lo que queremos a nuestro modo.

Dios no necesitaba la solicitud de Ezequías o el pecado de Manasés para cumplir sus propósitos en Judá. Pero me pregunto cómo habría cambiado la historia para Judá si la oración hubiera sido diferente; si Manasés no hubiera nacido para conducir al pueblo de Dios a la perdición.

No podemos ver el futuro, así que no podemos juzgar el peso de nuestras oraciones a la luz de los eventos futuros, pero siempre podemos orar para que Dios nos dé sólo lo que Él considere mejor, no sólo para nosotros, sino para aquellos que vienen después de nosotros y que serán impactados por nuestras oraciones.


No comments:

Post a Comment