Thursday, March 7, 2013

Sentido de la Edad de Piedra

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"Si alguien se endeuda contigo, no tomes como prenda su molino de mano ni su piedra de moler, porque sería lo mismo que arrebatarle su propia subsistencia" —Deuteronomio 24:6 NVI

En los tiempos bíblicos, las piedras de molino eran esenciales para la supervivencia. Sin esas piedras planas, un dueño de casa no podía moler su grano para hacer harina. Sin harina, él y su familia no podían comer. Quitarle las piedras de molino a un hombre equivalía a condenarlo a morir de hambre. Las piedras de molino venían en pares, el grano era colocado de medio, y la piedra superior rotaba para triturar el trigo. Si un hombre debía dinero, sería ilógico quitarle sus piedras de molino en pago, porque sin ellas él no podría pagar la deuda.

Maquinarias más "eficientes" se han apoderado de nuestra sociedad. Ya no necesitamos operadores telefónicos, cajeros de banco, o policías de tráfico. Tenemos discado directo, teléfonos celulares, cajeros automáticos y semáforos. No necesitamos vendedores, y pronto no necesitaremos tiendas; podemos comprar por Internet. Ya no necesitamos tantos mecánicos debido a los automóviles casi totalmente computarizados. Hemos retirado las piedras de molino de muchas personas que ahora se sienten "redundantes". Algunos encuentran otras maneras de sobrevivir, otros terminan en una lista de benediciencia, cobrando seguro de desempleo, o haciendo lo que tengan que hacer para poner fin a esa situación.

Felizmente, los panaderos de Venezuela no han sido reemplazados totalmente por maquinas. ¿El resultado? La canilla y el pan campesino más maravillosos, en vez de esa versión sin sabor de pan "industrializado" procesado que se encuentra en los estantes de los almacenes.

¿Y en las esferas espirituales? En vez de enseñar a los creyentes a estudiar las Escrituras usando las Escrituras, les suministramos pensamientos y conclusiones de otros (como las mías), retirando efectivamente la "piedra" superior que los obliga a moler su propio grano espiritual. Los hacemos los desempleados espirituales, contentos de recoger sus cheques de asistencia social, en vez de ganar su propio pan espiritual con su propio esfuerzo. El resultado: Pobreza de alma.


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