Thursday, February 14, 2013

Cuando el Silencio no es Oro

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"...reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado" —Lévitico19:17.

En nombre del amor, las personas cometen suicidio, asesinan, roban, cometen adulterio, e incesto, entre otras cosas. En nombre del amor las personas corren terribles riesgos y gastan enormes cantidades de dinero, a veces dinero que no tienen. En nombre del amor, hogares y familias son devastadas y reputaciones arruinadas. Esa no es la clase de amor de Dios.

El amor de Dios es siempre de la clase "fuerte", porque está unido a la rectitud que jamás hiere a alguien, y que nunca es expresado de forma inapropiada.

El libro de Levítico está dirigido a las personas, lleno de instrucciones de un Dios amoroso y recto. Él desea hacernos rectos y amorosos. Con frecuencia, creyendo que somos amorosos, permitimos que las personas se salgan con la suya. Decimos:

"No es importante."
"Él/elle está pasando por un tiempo difícil. Es sólo una expresión de su sufrimiento."
"No quiero herirlo/la."
"Se supone que un cristiano sufre lo malo en silencio."
"¿Quién soy yo para juzgar?"
"Se supone que los cristianos aman y aceptan, no importa qué."

Por supuesto, hay una manera correcta y una equivocada de practicar el amor fuerte, pero debemos practicarlo. Por muchos años guardé silencio mientras una colega me atropellaba brutalmente, a mí y a otros. Yo pensaba que estaba siendo amorosa.

Pero, mi silencio sólo empeoró las cosas, sólo ayudó a cavar un hoyo más profundo, un hoyo que eventualmente amenazó con tragarnos a todos.

El verdadero amor, a veces, debe confrontar, como la mano de Dios corrige lo equivocado, y mejora las cosas. El verdadero amor no espera que las cosas simplemente funcionen, si tan solo mantenemos la boca cerrada.



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